Una de las muchas cosas que aprendí de mi padre durante mi infancia fue el amor por el mar. Solíamos pasar horas juntos pescando y a la deriva.Nunca olvidé aquella sensación de libertad flotando sobre el mar a merced de la brisa y de las olas, observando la isla desde fuera como si fuese un enorme continente o una gran ballena silenciosa y nosotros, pequeños seres inalcanzables, lejos del ruido, que íbamos a la búsqueda de nuestro destino.
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